LOS CAMINOS DE MARCAMAR

LOS CAMINOS DE MARCAMAR
Atravesando Navia (ASTURIAS)

miércoles, 27 de octubre de 2010

MÁS PERSONAJES EN MI CAMINO (II)


GERDA:

Cuando entramos en la Catedral de Santiago, las dos peregrinas desorientadas y una de ellas -yo- cojeando , con las mochilas a cuestas, encontramos a Gerda, una chica rubia con ojos claros y mirada dulce y profunda, que se levantó y nos acomodó delante en primera fila.
A partir de ahí, nos dimos a conocer y fue una amistad tan bonita, que ya el tiempo que estuvimos en Santiago, estuvimos siempre juntas.
Gerda es belga, pero vive en España , ya que estudió en Salamanca y como le gustó , se quedó.
Es un encanto de persona, de una dulzura y de un trato muy cálido.
Todavía en la actualidad, Ambu y yo mantenemos contacto con ella por correo electrónico
y procuramos no desprendernos de una amistad tan estupenda y que nació en unas circunstancias tan especiales.

JOSÉ Y PEPE ( de Aranjuéz y de la Rioja, eran cuñados) Estos dos peregrinos se pueden considerar como un lujo adicional, premio al esfuerzo del camino. Nos encontramos con José cuando salíamos de un quiosco junto a un pequeño río, subiendo de Arzúa, donde paramos para tomar un trozo de empanada gallega , que según su dueño, es la mejor de Galicia. Estábamos cargando las mochilas cuando llegó José y nos saludamos. Su mirada de hombre bueno, nos cautivó y recuerdo que a Ambu se le olvidaba la gorra (como se la ponía tan poco) y José se la dio bromeando con quedársela él. Nos despedimos y continuamos.
Nos alcanzó más tarde y otra vez muy amablemente nos saludó . Ahí iba yo ya con el tobillo mal, y se interesó por mi, le dije que Ambu iba un poco más adelante y siguió. Yo seguí a mi paso y al llegar a una especie de Parador o Albergue de lujo con un restaurante muy moderno – creo que se llamaba Puerta de Santiago- allí me encuentro a Ambu y a José sentados a una mesa charlando muy animados ante un tremendo plato de pimientos de Padrón.
Me senté y seguí con ellos la conversación, en la que José contaba que iba con su cuñado Pepe, el peregrino de la Rioja, muy conocido , ya que llevaba a sus espaldas ya 20 Caminos de Santiago recorridos. José es un hombre con una sensibilidad inmensa, que le rebosa por los ojos, y su mirada -entre tímida y cálida- transmite afecto de una manera especial.
Su voz suave es como si te quisiera acariciar el oído, te da paz y armonía y te sientes fascinada escuchándolo.
Recuerdo que allí sentí unos de los momentos de mayor paz, de una tranquilidad reparadora, como si hubiera llegado ya al final.
Después seguían llegando peregrinos-as y se iban añadiendo a nuestro grupo.
Recuerdo a una señora danesa que hablaba poco castellano y nos comunicamos un poco en inglés.
Cuando ya descansamos a gusto y nos hicimos fotos con José, llamamos a su cuñado desde mi móvil porque el de él no tenía cobertura, nos despedimos de él pensando que no nos volveríamos a ver y se quedó allí un poco más a esperar a Pepe, y nosotras continuamos.
El día de Santiago , en la catedral, en la Misa del peregrino, volví a encontrarme con José. Yo entré cojeando y conseguí -yo creo- que el único sitio libre que quedaba en toda la catedral, y al rato veo a José de pie un poco más adelante, al lado de una columna. Entonces, como estábamos holgados, pedí al señor que estaba a mi lado que me guardara el sitio, y me acerqué a José. Cuando me vio se le llenaron los ojos de lágrimas y nos abrazamos emocionados. Se sentó conmigo y gozamos misa juntos. Salimos luego fuera para reunirnos con Pepe que le habían puesto la medalla de Santiago y con Paxi, el malagueño que también se la concedieron. Luego nos hicimos fotos y fuimos a tomarnos un aperitivo a la terraza del bar que estaba al lado de nuestra pensión. Resultó tan agradable la charla que terminamos comiendo allí con Gerda, otra gran persona que conocimos en Santiago. Nos hicimos más fotos, intercambiamos direcciones, correos electrónicos y firmes propósitos de seguir en contacto.
Conocimos mejor a Pepe que es mayor que José, pero con un aspecto jovial con su coleta, delgado, menudo, de piel curtida por el sol y músculos acerados por el ejercicio de sus veinte Caminos recorrido. Tuve la oportunidad de observarlo de cerca y su característica más destacable es su mirada, de una ternura envolvente y cálida, que parecía que era la caricia del camino personificada. Ahí comprendí
que...¡de verdad el Camino es mágico! Pepe lleva toda esa magia del Camino dentro de su alma de cristal. ¡Yo la pude ver!
José, el peregrino de Aranjuez es en hoy en día una familia más, que nos llamamos por teléfono y nos contamos nuestras incidencias, nos felicitamos en los cumpleaños y fiestas y estamos siempre pendientes de tener noticias unos de otros. Soñamos con encontrarnos de nuevo en el Camino.
¡¡Buen Camino, peregrino, y hasta que volvamos a vernos, que Santiago te proteja!!

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