LOS CAMINOS DE MARCAMAR

LOS CAMINOS DE MARCAMAR
Atravesando Navia (ASTURIAS)

miércoles, 20 de octubre de 2010

MÁS PERSONAJES EN MI CAMINO

También me gustaría destacar a aquellas personas que de una manera entrañable me acariciaron el alma:

RAQUEL:
Fue la primera que encontramos en el Albergue de Oviedo. Se me grabó en el alma su serenidad, la paz que se sentía escuchando su voz, la ternura que desprendía su mirada. Se fue por el Camino Interior, no podía ser de otra manera.....¡Buen Camino, peregrina!


DON JOSÉ:
Hospitalero de Avilés: mirada amable, sonrisa abierta, servicial en extremo, un buen hombre, un hospitalero ejemplar. ¡Gracias Don José! Le enviaré las fotos que le hice. Ahhh, y ..¡que buenas estaban las ciruelas!


MARI RICO:
Quiero destacar como a alguien de mucha importancia en el Camino de Asturias, a un encanto de mujer: Mari, la de Cadavedo. Nosotros le pusimos el sobrenombre de “la madre del peregrino”.

Mari es una mujer menuda e inquieta, con ojos vivarachos de color claro, en los que el peregrino encuentra todo el mimo y el calor que le puede dar una madre.
Nuestro encuentro con Mari fue sorprendente_ quiero decir, totalmente inesperado_ . Botello y su marido llegaron más temprano al albergue de Almuñia , y se encontraron allí con esta encantadora señora, que les recibió atentamente. Nosotras dos como siempre, mucho más atrás, a nuestro paso y con muchos descansos porque el trayecto era muy largo y hacía mucho calor y por eso nos retrasamos ese día más de lo normal.
Entonces Botello nos llama a ver por donde veníamos y nos dice que hay una señora hospitalera que es un amor, y que está preocupada por nosotras porque no quería que se nos hiciera de noche en el Camino, que ella se iba a acercar a recogernos en el coche. Nosotras al principio nos resistimos, porque la verdad es que íbamos muy bien, viendo un paisaje de costa, playas y calitas deliciosas que a esa hora de la tarde tenían un encanto especial, con esas tonalidades tornasoladas que le dan la luz tamizada del atardecer. Pero tuvimos que aceptar ante la insistencia y preocupación de la señora hospitalera.
Llegó, nos saludó, cargamos las mochilas y nos subimos al coche. Por el camino nos fue contando cosas de cómo se vive en Asturias el Camino de Santiago. Resultó que no era hospitalera, sino la responsable de la Asociación de Amigos del Camino en Asturias por el concello de Valdés, y es ella la que supervisa los albergues de Cadavedo y Almuñia. Nos habló de su lucha con las Instituciones del Principado para que se mejoren las condiciones del Camino de Santiago, que ella reconoce que está muy abandonado.
Cuando llegamos al albergue, aquello no parecía un albergue sino un hogar
muy acogedor, hasta con flores frescas en los jarrones. No solo estaba todo limpio y ordenado, sino que se respiraba ambiente de hogar. Fue como estar en casa .
Mari se movía por la casa mientras conversaba con nosotros y con otros chicos ciclistas de Euskadi.
Estaba preparando la cena: macarrones con salsa de tomate.

Puso la mesa mientras se lamentaba de no tener un mantel.
(Los siguientes peregrinos que vinieron detrás de nosotros, nos dijeron después más adelante, que cuando ellos pasaron ya lo tenía).
Nos sentamos todos a la mesa como una verdadera familia, se bendijo la mesa con una oración que solía rezar el abuelo de Mari , Liborio Rico, que falleció en 1940 a los 86 años, y que dice así:

“Bendice Oh Señor, estos alimentos, dones de tu liberalidad, y que el gérmen de la piedad siembres en nuesros corazones, amén”.
Cenamos en amor y compaña, conversando de tantas cosas bonitas: recuerdos de su infancia, tradiciones de la región, costumbres típicas, etc. Luego recogió todo ella sola.
No permitió que la ayudásemos sino que descansáramos.
No podremos olvidar aquel bello atardecer, sentados en la terraza, oyéndola contar cosas de su tierra, cantándonos canciones populares asturianas a la Virgen de Regla, patrona de su pueblo , Cadavedo, y canciones de cuna y de picardías con letras de amantes furtivos .
Hacía calor y aquella noche había luna llena: entorno ideal para disfrutar de aquel descanso, mientras contemplábamos extasiados cuánta dulzura se desprendía del alma de aquella gran mujer, a través de su mirada cálida, acogedora y maternal, bálsamo puro para nuestras almas de peregrinos.
Aquella noche se quedó allí, y por la mañana nos preparó un desayuno también muy hogareño: leche con colacao, tostadas calentitas con mantequilla asturiana casera y mermelada hecha por ella con fresas, que
ella misma cultiva en su huerto.
¿Es o no es esta mujer un lujo para los peregrinos del Camino del Norte?

¡Gracias Mari, te llevamos en nuestros corazones!

No hay comentarios:

Publicar un comentario